Por Curro González
Por lo general, un alpinista prudente, que esté planeando una ruta donde espera progresar sobre la nieve, empieza la actividad observando las condiciones del tiempo y de la nieve con varios dÃas de antelación. Pero esto no es suficiente, un buen conocimiento del medio por donde se transita es fundamental a la hora de practicar este deporte, ya que sólo asÃ, podremos reducir al mÃnimo la posibilidad de tener un accidente.
Cuando practicamos el alpinismo el terreno por donde nos movemos es cambiante, podemos pasar de andar por una nieve completamente dura a una en donde te hundes hasta la cintura, de un terreno completamente liso, a un caos de enormes grietas, y es fundamental saber trazar la mejor ruta, ya que esta puede variar dÃa a dÃa y de hora a hora.
Un deshielo prolongado al final de invierno, por ejemplo, seguido de una primavera frÃa y con nieve, puede indicar que se debe tomar precauciones para evitar posibles accidentes. Ya que, semanas o meses después del deshielo, la corteza gruesa de la nieve puede aguantar una gran cantidad de nieve primaveral lista para un alud. La costra de la nieve tiene una gran influencia sobre la elección de la ruta durante el invierno y la primavera.
Una consolidación de la nieve por donde transitamos es asimismo importante: las pendientes que dan al sur y al oste y que reciben todo el calor del sol del mediodÃa, se consolidan más temprano en la estación y con más rapidez después del mal tiempo, ofreciendo superficies duras, mientras que las pendientes del norte y este siguen siendo blandas e inestables.
Asimismo, la nieve sucia absorbe más calor que la nieve limpia; las laderas oscurecidas por las rocas, el polvo o la vegetación arrancada suelen proporcionar una base relativamente más sólida.
Por otra parte, un invierno con poca nieve y una primavera soleada, pero frÃa, puede transformar un corredor en una peligrosa canal con nieve dura como el cristal.
Hay otros factores que determinan la seguridad de la ruta, estos dependen directamente de la morfologÃa del terreno. Como veremos las medidas de seguridad que deberemos adoptar varÃan según el terreno.
Glaciares
Como sabemos los glaciares se mueven, el hielo sometido a enormes presiones se comporta como un material plástico, deslizándose lentamente hacia delante. Es este movimiento del glaciar lo que genera las grietas (foto 1), en combinación con la fricción de la masa de hielo contra el lecho, cambios de dirección y lo escarpado del terreno.
Es conveniente, si no queremos llevarnos un susto cuando progresemos por un glaciar, estar familiarizado con los mecanismos de movimiento de los glaciares y el desarrollo de las grietas.
Las grietas en forma de semicÃrculo (foto2) se desarrollan donde el hielo aumenta su proporción de flujo, comúnmente allà donde el lecho del glaciar es más accidentado.
Las grietas laterales (foto 3) se abren a causa del movimiento más rápido del centro del glaciar en relación con sus lados, donde la fricción le frena.
Foto 2 Foto 3
Las caracterÃsticas tanto de las grietas en forma de semicÃrculo como las grietas laterales de girarse corriente arriba hacia el centro del glaciar es con frecuencia útil para adivinar la extensión escondida. De todas formas, la formación de las grietas no siempre sigue el mismo patrón.
Si la inclinación es muy fuerte se forma una cascada de sérac (foto4). La sensación es de caos, la superficie está rota por una abundancia de grietas, con grandes bloques llamados sérac.
Por debajo de esta cascada puede que no haya grietas, ya que el glaciar reduce su velocidad, pero en algunas ocasiones, la presión hace curvar la superficie, formando grietas. En una cascada de sérac el avance hacia abajo se produce por desprendimientos bruscos, cuyos peligros hay que saber evitar a la hora de elegir la ruta.
Entre la parte superior del glaciar y la roca se forma una grieta gigante La rimaya (foto5), esta con frecuencia puede resultar muy difÃcil de atravesar, y en ocasiones cuando el glaciar disminuye, encontramos una grieta muy ancha y torturada imposible de atravesar (foto 6).
Foto 5 Foto 6
Mientras recorremos un glaciar, empleando correctamente las diferentes técnicas de encordamiento (foto 7), deberÃamos estar buscando siempre indicios de grietas que pudieran estar escondidas a lo largo de nuestra ruta. Es muy distinto moverse por los glaciares a principio de temporada cuando la nieve del pasado invierno recubre muchas de las grietas o hacerlo más entrada la temporada, cuando la mayorÃa de las grietas están abiertas y son visibles.
Las grietas de glaciar resultan más peligrosas en la zona de acumulación de nieve, donde suelen estar tapadas. La nieve reciente puede rellenar por completo los huecos o, con la ayuda del viento, puede formar un puente sobre un vacÃo interno.
La única regla que se puede aplicar a la localización de las grietas es que pueden presentarse en cualquier lugar y de cualquier manera sobre el glaciar.
Corredores de Nieve
Son canales generalmente estrechos en una montaña entre dos paredes o espolones (foto 8). Muchas de las rutas de nieve y hielo de acceso a las montañas siguen estos corredores, pero eso no quiere decir que sean un lugar seguro.
Los corredores son los sitios naturales por donde la montaña tira la “basuraâ€. La mayorÃa de lo que cae por estos corredores suele caer por el centro; pero aunque nos mantengamos en nuestra ascensión a los lados (foto 9) conviene estar atentos a sonidos extraños procedentes de arriba. El problema viene cuando el corredor es muy estrecho y no hay manera de protegerse de un posible impacto. En esta situación no nos quedará otra que escalar de noche, antes de que el sol caliente y empiece la caÃda de piedras y demás, deberÃamos estar en un lugar a salvo.
Foto 8 Foto 9
Las canales con mucha sombra están más a menudo recubiertas de hielo que de nieve, sobre todo bien entrada la temporada. Sin embargo, incluso en la primavera, cuando todas las laderas tienen nieve derretida, suelen tener nieve dura o hielo.
Laderas Nevadas
Cada invierno y primavera se producen miles de avalanchas de nieve en las regiones montañosas (foto 10) y son una de las preocupaciones principales a la hora de elegir la ruta en la nieve.
Un alto porcentaje de las avalanchas ocurre durante y poco después de las tormentas; la nieve que cae a razón de 2,50 cm por hora o más, o la nevada acumulada hasta una profundidad de más de 30 cm, incrementa rápidamente el riesgo de avalancha. Las tormentas que empiezan con bajas temperaturas y nieve seca, seguidas por un aumento de la temperatura tienen más probabilidades de causar una avalancha, puesto que la nieve seca en los niveles bajos forma un vÃnculo débil y no tiene la suficiente resistencia para soportar la nieve más pesada depositada después.
Existen otros factores –temperatura, viento e incluso la formación de los cristales- que afectan o crean las condiciones de la avalancha.
La localización puede ser un factor importante a tener en cuenta: la nieve en las pendientes de cara norte tiene más tendencia a deslizarse en mitad del invierno, mientas que las pendientes de la cara sur son peligrosas en la primavera y en los dÃas soleados. Asà mismo, las pendientes a contra viento son más peligrosas que la de a favor, y que es más propensa la avalancha en pendientes convexas que las cóncavas, ya que la nieve por norma general se encuentra más comprimida en estas.
Las grandes avalanchas son más comunes en las pendientes de 30 a 45 grados, pero puede desencadenarse en pendientes de hasta 60 grados. Por encima de los 60 grados, las pequeñas avalanchas pueden desprenderse con frecuencia durante o justo después de una tormenta, pero la pendiente es demasiado empinada para acumular grandes cantidades de nieve.
Crestasy aristas
Las rutas a lo largo de las crestas tienen la ventaja de estar libres de desprendimientos de rocas y de los peligros de las avalanchas, pero tienen la desventaja de que están expuestas al viento y a las condiciones meteorológicas.
El peligro más significativo con el que se encuentra un alpinista cuando elige una ruta por una cresta es la cornisa (foto 11).
La cresta es la que determina la construcción de la cornisa. Las crestas que de un lado bajan en pendiente y del otro se rompen en un acantilado (foto 12), desarrollan cornisas gigantescas, mientras que una cresta de filo o una suave a ambos lados tiene tan sólo una cornisa fina, si es que tiene alguna.
El gran peligro que nos encontramos al progresar sobre una cornisa es su posible fractura. Para cubrir un margen de seguridad, deberemos andar a lo largo de las crestas de cornisa muy por debajo de la probable lÃnea de fractura, es aquà donde la experiencia del alpinista juega un gran papel, ya que en ocasiones resulta muy difÃcil determinar la probable lÃnea de ruptura.