Una vez más he aprendido que no solamente en la dificultad reside la belleza. Hay otras rutas en donde no abundan los grados difÃciles, pero por el contrario, abundan los largos de escalada bellos y disfrutones.
Es el caso de la vÃa que os voy a comentar en breve. Los autores de esta escalada fueron los magnÃficos escaladores Juan Lupión y Paco Aguado, no tan conocidos como los actuales novenogradistas, pero una referencia en su momento.
El lugar de la escalada se encuentra en un marco inmejorable, los Galayos.
Os mentirÃa si relatara la soledad del lugar, que a veces cuesta conseguir incluso entre diario, ya que los fines de semana es un lugar de encuentro de escaladores, incluso se podrÃa decir un hervidero. Y eso que algunos pensábamos que la escalada en Galayos caerÃa en el olvido con el paso del tiempo y la evolución de este deporte que parece buscar otros objetivos.
Quién haya visitado este territorio sin lugar a dudas no se habrá quedado indiferente, aunque sea tan solo por el miedo “escénico†de ver semejante escenario. Las agujas granÃticas se alzan en la vertical con recorridos “limpios†que alcanzan los 300 metros.
En una de estas agujas, en la conocida DÃaz Rubio, se encuentra la vÃa que abrieron los escaladores anteriormente citados. Su nombre, Los Malditos.
La Punta DÃaz Rubio se encuentra en el centro
Sobre la vÃa y el lugar hay mucho escrito, yo escribo sobre lo que no está escrito. Sobre lo que escribe cada escalador cuando trepa por una de estas agujas, sobre sus sentimientos.
http://www.madteam.net/rutas/escaladaenroca/galayos-punta-daz-rubio-los-malditos.curro-gonzalez
Carlos llevaba dos intentonas a esta ruta, truncadas no por el nivel técnico, sino por diversos imprevistos. Nos encordamos en la base de la pared, yo serÃa el primero en subir.
El comienzo de la escalada es poco acogedor, se realiza por una fisura-chimenea algo tétrica. Una vez superas esta, realizas una pequeña travesÃa hacia la derecha para progresar por una placa bastante vertical.
La cordada que nos precede se encuentra ya en la primera reunión. Ver como escalaban me ha traÃdo muchos recuerdos. Recuerdos de cómo era yo antes, recuerdos de mis primeras escaladas en Galayos. Movimientos pocos ágiles, resoplidos desmesurados y mucha, mucha ilusión y ganas.
El siguiente largo lo escaló Carlos. De nuevo encontramos una canal-chimenea y una superación de resaltes que te dejan justo en la base de una larga fisura.
Carlos, amigo hasta de los insectos
Justo cuando yo llegaba a esta reunión, escuchaba los gritos de satisfacción y de superación del primero de la cordada predecesora al llegar al final de las dificultades del último largo. Y no era para menos, el aseguramiento, nulo, y el grado ajustado, te recuerda que escalas en Galayos.
Empecé a escalar la fisura, y poco a poco fui avanzando, gozando, disfrutando. Brazo y pie derecho empotrados perfectamente, un paso, más tarde otro, y cuando quise darme cuenta me encontré a uno de los escaladores que se hallaba arriba mirándome, sonriente, satisfecho.
Después descendimos, Carlos y yo, nos hidratamos y nos dirigimos al Capuchino. Escalamos la variante de entrada de la cara Oeste, la conocida “Rodolfo-Santiagoâ€. Y no os voy a engañar, quizás sea uno de los mejores largos de todo Galayos.
En fin, un buen dÃa de escalada.
Como he empezado diciendo en este breve relato, no solamente en la dificultad reside la belleza. Lo dice una persona que lleva los últimos años cegado por superarse, por escalar lo más duro (al menos para él) y que, de alguna manera, se habÃa olvidado de disfrutar de lo más sencillo.